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Al dejarme allí, vi que en la puerta estaba un hombre que parecía de bronce, y que en su mano tenía un cordel de lino y una caña de medir.(A) Ese hombre me habló, y me dijo:

«Hijo de hombre, abre bien los ojos y los oídos, y presta mucha atención a todo lo que voy a mostrarte, porque para eso has sido traído aquí: para que yo te muestre todo esto y le cuentes al pueblo de Israel todo lo que veas.»

Aquel edificio tenía una muralla por fuera.(B) La caña de medir que ese hombre tenía en la mano medía tres metros, y el hombre midió la muralla, y medía tres metros de espesor y tres metros de altura.

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